A través de los siglos se ha comparado el proceso de fabricación de un perfume natural con las fases espirituales necesarias para poder purificarse y convertirse en un oficiante de ritos mágicos. Este proceso alcanzó su máximo apogeo durante la Edad Media, cuando se llegó a la conclusión de que la potencia de quien fabricaba el perfume se iba dimensionando a medida que se purificaba la esencia. Durante los tiempos de esplendor de la alquimia, los investigadores esotéricos se lanzaron a la búsqueda de la simbiosis perfecta de la purificación: el elixir de la vida eterna. Jamás lo hallaron pero en el largo camino recorrido fueron descubriendo perfumes mágicos cuyas fórmulas aún siguen vigentes.
Un olor para cada piel
Las grandes empresas internacionales de perfumes desarrollan en la actualidad procesos industriales extremadamente complejos, en los que combinan esencias de origen vegetal o de composición sintética para obtener los aromas que utilizan millones de hombres y mujeres en todo el mundo. Aunque tras estas sofisticadas fórmulas se pueden encontrar los mismos principios que perpetuaron los alquimistas de la Edad Media. Hoy en día, la industria del perfume ha dejado de lado el valor esotérico para convertirlo en un objeto de consumo. Hace siglos ya se conocía que un aroma varía de acuerdo con la piel debido simplemente a la composición química particular de cada ser humano. Así, nos encontramos con que un mismo perfume puede ser excitante o, por el contrario, suave y delicado. Esta relación con la piel y el perfume es un elemento que se tiene muy en cuenta dentro de la gran maquinaria industrial.
El poder del perfume
Quien quiera utilizar un perfume para dañar a alguien, poniéndose en peligrosa convivencia con pases de magia negro, corre el riesgo de que ésta actúe como un boomerang, es decir, que se vuelva contra sí mismo. Por ello, al tratarse de elementos que pueden tener un valor, tanto positivo como negativo, no es recomendable realizar imaginativos experimentos. En el blog de El Escaparate de tu Bienestar nunca vamos a ni siquiera asomarnos al mundo de la magia negra.
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