Los postres constituyen el colofón de la comida, entendida no sólo como un recurso alimenticio, sino como un ritual de los sentidos.
Desde las frutas frescas hasta los más elaborados dulces, pastas o helados, la función de los postres es fijar el placer tras la ingestión de los platos y bebidas que han constituido la comida. En cierto modo, los postres tienen la misión, con sus atractivos colores y cálidos aromas, de enmarcar la placidez que acompaña a la digestión, del mismo modo que los caldos y sopas tienen de excitarla.
Además de las frutas, la harina, la leche, el azúcar y los huevos constituyen los principales ingredientes con los cuales se preparan cremas, natas, natillas, bizcochos... a los cuales se les añaden dulces y mermeladas.
La leche es la base de diversos y exquisitos postres, entre ellos los refrescantes helados. También mezclada en distintas proporciones con harina, azucar y huevos da lugar a deliciosas yemas, natas, natillas, cremas, flanes, buñuelos, etc.
Desde las frutas frescas hasta los más elaborados dulces, pastas o helados, la función de los postres es fijar el placer tras la ingestión de los platos y bebidas que han constituido la comida. En cierto modo, los postres tienen la misión, con sus atractivos colores y cálidos aromas, de enmarcar la placidez que acompaña a la digestión, del mismo modo que los caldos y sopas tienen de excitarla.
Además de las frutas, la harina, la leche, el azúcar y los huevos constituyen los principales ingredientes con los cuales se preparan cremas, natas, natillas, bizcochos... a los cuales se les añaden dulces y mermeladas.
La leche es la base de diversos y exquisitos postres, entre ellos los refrescantes helados. También mezclada en distintas proporciones con harina, azucar y huevos da lugar a deliciosas yemas, natas, natillas, cremas, flanes, buñuelos, etc.
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